lunes, 12 de septiembre de 2016

Preguntas.

¿Y si nos armamos de valentía?
¿Y si decimos todo aquello que callamos?
¿Y si hacemos todo eso que pensamos?

domingo, 11 de septiembre de 2016

Locura por cordura.

Las vueltas y cambio de direcciones que da el viento 
se quedan chicos comparado a tu persona. 
Sos tan inestable que, a veces, me da miedo. Bueno, a veces no, siempre. 
Planeás proyectos radicales basados en la nada. ¡En la nada! 
Y después estoy yo, que cada cosa debe ir a su lugar, que debemos medir centímetro por centímetro el siguiente paso a hacer, 
después de haber evaluado todas las posibilidades. 
Me cuesta creer por momentos que tenemos la misma sangre 
corriendo por nuestras venas. 
Me cuesta escucharte hablar y entenderte
porque definitivamente somos polos opuestos. 
Yo soy pura mente neurótica. 
Vos sos puro corazón incoherente. 
Con lo primero que te ilusionás, lo convertís en tu vida. Después sale mal, obvio, porque no hubo tiempo para pararse a pensar en un primer momento. Y te ponés mal, y me lo contás y yo me muerdo los labios para no decir "ya sabía que iba a pasar esto", y mientras te escucho ya voy temiendo al día de mañana cuando vengas con otro plan igual o más (creo que van en potencia) de alocado.

Me gustaría poder cederte un poco de mi cordura, y robarte algo de tu locura.
Creo que a ambas nos haría bien.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Juguemos.

Ella releyó el mismo texto una y otra vez, exprimiendo las palabras en un intento de recabar más información de la que él ofrecía. Sin embargo no tuvo mucho éxito, el texto era lo suficientemente sutil y perfecto como para insinuar pero no para revelar. Y como siempre que no consigue entender algo, su cabeza no la dejó descansar girando entorno a las mismas palabras, de noche hasta la madrugada.

Pero no. No soy yo. Mis ojos tristes y mis versos en servilleta de café no despertarían tal sentimiento. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Echémonos a perder.


"No te quedes inmóvil al borde del camino. No congeles el júbilo, no quieras con desgana. No te salves ahora. Ni nunca. No te salves. No te llenes de calma, no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo. No dejes caer los párpados pesados como juicios. No te quedes sin labios. No te duermas sin sueño. No te pienses sin sangre. No te juzgues sin tiempo.

Pero si , pese a todo, no puedes evitarlo y congelas el júbilo, y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas... entonces, no te quedes conmigo."


No sé por qué este clásico de los clásicos de Benedetti no estuvo antes presente por este rinconcito. Creo que va siendo hora. Sobre todo porque creo que lo tenía olvidado (y me refiero a la enseñanza). Salvada, dormida, podemos ponerle el nombre que quieran. Hace no mucho que me di cuenta que estaba así. Un amigo me dijo "parecés siempre cansada" y esa simple frase, que para él sólo habrá sido un comentario más de una mañana cualquiera, quedo retumbando en mí. Me di cuenta. Me di cuenta de que eran mis párpados pesados como juicios. Hace ya unos meses que estoy intentando ser una mejor versión de mí misma. Alguien que piense con sangre, que no congele el júbilo. No sabía que estas cosas se podían olvidar. 
Pero que lindo es sacarlas de nuevo a flote...