Que tonta me siento recorriendo carpetas en mi computadora sólo por encontrar alguna foto que estemos juntos. Vos y yo. Las pocas que tengo ya las desgasté con mi mirada una y otra vez. Y son tan viejas que siento que no te veo desde hace el doble de lo que realmente es.
Calculo que en un rato hablaremos por skype. Yo te diré un feliz cumpleaños con una sonrisa intentando esconder la tristeza. Vos me sonreirás de vuelta, pero en el fondo sé que somos muy parecidos.
Quizá me equivoque. Quizá no te importe estar tan lejos en un día como hoy. Recuerdo que el año pasado olvidaste mi cumpleaños. Eso dolió. ¿Te dolió a vos?
Siento impotencia por no poder hablar con vos. No el hecho de "hablar" en sí, sino realmente HABLAR, ¿me explico?. No sé si alguna vez en nuestras vidas nos sentamos, vos y yo, y pusimos el corazón en la mesa. No lo creo. Me entristece decir que no te conozco, que no me conocés.
Y aún así, aún con todas esas ganas por acabar con ello, carezco de esa virtud que posee cierta gente, de llegar al interior de la otra persona con apenas un par de palabras.
Tan sólo espero que estés feliz. Y que me extrañes, aunque sea, alguna noche de invierno en la que nada te haya salido bien.
Hay tantas cosas que quisiera saber de vos. Tu niñez, tu adolescencia. Tus sueños. Tus proyectos a futuro.
Sigo diciéndome que habrá tiempo para todo ello.
Pero, ¿lo habrá?
Te quiere, tu hija.