Hay algo que me saca, me saca totalmente. Vamos a intentar ejemplificarlo:
Supongamos que hay un gran número de gente, conmigo incluída, que está escalando una montaña. De lo más empinada y larga que se puedan imaginar.
Y como todo en la vida, están los que a mitad de camino te dicen: "Yo me quedo acá".
Y yo, con las manos cansadas de agarrar firmes las rocas para no caer, sigo subiendo. Porque me queda mucho para alcanzar la meta, porque todavía no llegué a la cima.
Y entonces, los que se quedaron atrás, en un momento te miran y te sueltan: "Pero lo que te queda es lo más fácil". O un "era más difícil el comienzo, no te queda nada ahora".
Me saca, me saca, me saca!
¿Y sí era tan sencillo lo que quedaba de camino, por qué carajo abandonaste vos? Porque es muy fácil opinar cuando uno se quedó cómodamente sentado, a la sombra y tomando un rico mate.
Pero es distinto cuando llevás el cansancio de todo el viaje, el sol te pega fuerte en la cara y empezás a deshidratarte.
Además, lo díficil nunca es el comienzo. Eso es de lo más sencillo, para todos los aspectos de la vida. Lo complicado es tener la constancia, y alcanzar lo que un día te propusiste que conseguirías...
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