"No hay beso que no sea principio de despedida; incluso el de llegada"
(George Bernard Shaw)
Y yo intento evitarlo. Primero queriendo pensar que es un día como cualquier otro... pero no puedo. Estoy nerviosa, ansiosa.
Cansada de fingir que no pasa nada me enfado con el tiempo e intento pararlo. Le grito, lo maldigo. Doy vuelta las manecillas, saco las pilas a aquellos relojes prepotentes que no hacen más que dejar notar el avance del tiempo, minuto tras minuto que pasa, y cuanto más se lo quiere retener, más veloz éste se escapa.
Y sin embargo, no sirve. Veo descender el sol por mi ventana. Se va la luz y llega la noche aplastándolo todo: nuestras charlas, nuestros abrazos, nuestros pequeños momentos compartidos. Y pienso desesperada en cerrar todas las ventanas, creernos que estamos todavía en la mañana, pero cuando quiero darme cuenta estoy en el aeropuerto sosteniendo tus maletas. En silencio, siempre en silencio, porque si abro la boca para decir una simple palabra me desbordan los ojos. Es como si no oyera, no hablara, ni siquiera mirara pues tengo la vista clavada en algún punto a la distancia pero sin poner atención en nada. Todos mis sentidos en no llorar. Y como masoquista que soy me llegan a la mente anteriores despedidas, y me empiezo a cansar de eso, y me enfado también con las despedidas, las odio, las detesto, me gustaría matarlas a golpes, borrarlas, hacerlas desaparecer. Las despedidas son mi peor enemigo. Peores que el tiempo, pues éstas son lentas y dolorosas. Y el silencio se inunda de dolor, y las palabras se incrustan en el interior y jamás se olvidan.
"Adiós". Cinco letras que suenan como disparo al corazón.
Y lo peor de todo es que recién se hace real cuando te pierdo de vista.
Y ahí, me inunda el vacío. Ese vacío especial de despedidas, el que no se puede llenar mas que con lo que acabas de soltar.
Y me quedo con ese sabor amargo que solo el tiempo sabe calmar (pero no borrar), preguntándome cuándo es que te volveré a ver...
Los adioses son parte amarga, aunque llevadera, de la vida. Si no hubiera adioses no habría bienvenidas.
ResponderEliminarSaludos Celeste
Me encanto la entrada, ese toque de locura y violencia ligada con el amor es interesante, tus palabras fluyen muy fácilmente. Besos :)
ResponderEliminarsi no conoces el dolor de la partida nunca conoceras la alegria del regreso... besos preciosa!!
ResponderEliminarUfff¡¡¡, Celeste, impresionante esta entrada , lo he estado viviendo, las despedidas así son mortales.
ResponderEliminarBesos.
es casi morir por un instante?
ResponderEliminarson increíblemente dolorosos ciertos adioses..
me encantas tus entradas, aveces son solo una frase, otras son textos mas extensos, pero siempre son lindos en lo que transmiten...
bendiciones...