sábado, 5 de octubre de 2019

Amar el caos.

Llegado un momento de la madrugada veía actuar a mis manos desde lejos. Éstas rápidas, rompían ampollas y cargaban jeringas. En los momentos en los que había que usar la cabeza era necesario parar en seco y dar un par de respiraciones profundas que aclararan la mente. Las piernas, que no se sentaban hace 24 horas ni siquiera extrañaban a la silla. Las horas sin dormir ni se acordaban lo que era la cama y una buena almohada donde apoyar la cabeza. De la comida era imposible quejarse, cuando uno cena a las dos y media de la madrugada por más que esté fría. 
Y es que todo está tan mal pero se siente tan bien. 
Y me siento un poco loca sonriendo en todo este caos, esa tempestad, ese huracán que nos pone pata para arriba...pero lo cierto es, que me llena el alma.
Aquí, soy feliz.

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