viernes, 5 de marzo de 2021

Hermanos.

 A veces me gusta cerrar los ojos e imaginar en mi cabeza como me gustaría que hubiese sido:
Nos imagino unidos. Siendo tres, donde me permiten, por fin, entrar en ese binomio del cual me siento siempre excluida.
Nos imagino mácálidos. Donde dar un abrazo sea cosa de todos los días. Y donde decir un "te quiero" no sea motivo de vergüenza o genere incomodidad. Donde días, de manera espontanea, pueda recibir un mensaje con un "te extraño" o "quiero que nos veamos", o "tengo tanto para contarte".
Nos imagino amigos... Eso: amigos. Es lo que más desearía. Pudiendo tomar un mate y contándonos problemas personales, íntimos, o proyectos a corto o largo plazo. Hablando de algo más profundo que no sea una serie de televisión o del tráfico de esa mañana o de qué rica que está la cena.
Nos imagino incondicionales. Pudiendo entender los sentimientos del otro, y buscar el no hacernos daño. Donde la premisa sea "te quiero ayudar, no se como, pero te quiero ayudar porque me importás".

Y luego abro los ojos. Y me encuentro, peleando con uno o con otro. En el medio de eso: la nada. No existo.
Y me pregunto, ¿cómo con la falta de tanto afecto, es que peleamos?. Si mi deseo más profundo es acercarme, ¿cómo es que cada vez me siento más lejos? Me siento más excluida de ese binomio. ¿Será que yo no soy hombre, y que cuando quiero expresar emociones, no las reconocen? ¿Será que soy un alma destinada a sentirme sola?


Ayer fue el día de los hermanos. Feliz día, mis hermanos.
Ojalá supiera como ser más parte de esa palabra: Hermanos.



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