Me encantaría poder decir: "Me acogiste destrozada y me devolviste entera, íntegra", como escribe la grande de Frida Kahlo.
Pero no hay nadie que lo consiga. Y lo entiendo, ¿quién quiere algo roto? Mucho más fácil algo sano, sin complicaciones. Sin el esfuerzo de estar buscando pieza por pieza de lo que queda de una y pegándolo con cuidado.
Pero ojalá alguien se tomara la molestia...
Porque si bien yo por mí misma hago el intento de reconstruirme, hay veces que las cosas, simplemente, son demasiado. Y se necesita alguien con quien poder contar.
¿Soy sincera? No lo entiendo: gente que no tienen sueños.¿Cómo es posible? Yo tengo tantos y todos distintos. Incluso formo toda una telaraña entretejida con ellos, me acuesto en ella y me creo que es una cómoda hamaca hawaiana... cuando lo cierto es que muchas veces, es mi propia trampa y llega la araña la realidad y me come viva. Pero aun así, amo los sueños. Son los que motivan, son los que dan ganas de seguir.
Acumulo sueños y propósitos, tantos que algunos resbalan de la cama a la hora de dormir. A veces, por avariciosa, de tomar tantos sueños juntos con las manos, se me caen la mayoría y casi que quedo con las manos vacías.
Pero las vuelvo a llenar rápido...
Eso es lo bueno de los sueños: que no se necesita nada más que uno mismo para soñar. Puedo sentirme sola, puedo estar triste, con furia, o que importa qué sentimiento, puede estar el mundo ardiendo, quebrándose... y no importa, los sueños son siempre míos, sólo míos, y nadie puede arrebatármelos de lo más profundo de mi ser.
¿Qué
puedo decir? Un te quiero se queda chico para la persona que te permitió estar
en este mundo. Que te dio la posibilidad de reír, de llorar, de, en definitiva,
sentir todo lo que se puede sentir en esta vida. Tanto bueno como malo.
Un
te quiero se queda chico para quien te crió como persona, quien te enseñó a dar
los primeros pasos en la vida. De la misma manera que se queda chico un
gracias, porque puedo decir que estoy contenta con esto que soy a día de hoy,
con esto que vos hiciste a día de ayer.
No
sos perfecta, pero también sé que no lo soy yo. Lo que sí sé con certeza es que
no te cambiaría por ninguna otra madre del mundo. Y que tengo mucha suerte de
tenerte...
Te
quiero, y gracias por todo.
Por
más que piense que son palabras chicas, multiplicalas por un millón y quizás te
hagas una idea de a qué se acercan.
La pasión hace que uno deje de comer, de dormir, de trabajar, de estar en paz. Mucha gente se asusta porque, cuando aparece, derrumba todas las cosas viejas que encuentra. Nadie quiere desorganizar su mundo, por eso, mucha gente consigue controlar esta amenaza, y es capaz de mantener en pie una casa o una estructura que ya está podrida. Son los ingenieros de las cosas superadas.
Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones a todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad, y toda la culpa por su posible infelicidad. Está siempre eufórica porque algo maravilloso sucedió, o deprimida porque algo inesperado acabo destruyéndolo todo.
Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?
Hace ya tiempo había leído no sé donde que debíamos ejemplificar con un acto cotidiano cómo nos sentíamos, que facilitaría mucho más la comprensión de la otra persona. Y aunque si bien nunca te lo hice llegar, hoy, rebuscando entre archivos, encontré esto que escribí sobre vos:
"Como si estuviéramos ahí, tan tranquilos, los dos hablando y de repente, me dieras un empujón y me cerraras la puerta en la cara.
"¿Te das cuenta? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar... no puede cambiar de pasión."
A veces la soledad es tan grande que rebalsa y me ahogo en mí misma. Y no hay nadie que pueda verlo, nadie que me salve de los silencios que me desgarran hasta el alma.
¿Que por qué estoy sola? No lo sé realmente, pero puedo intentar adivinarlo. Es una suma de cosas. Por un lado, a veces creo que perdí la capacidad de amar. Ninguna persona es imprescindible, y esto que aprendí hace un tiempo, le saca valor al mismo amor.
Puedo intentarlo con alguien, pero en el momento en que me ponen un "pero"yo contesto con un "fue lindo conocerte"y sigo mi camino. ¿Eso de luchar por alguien...? ¿No es estúpido? ¿Por qué hay que pelearlo, no debería ser fácil? Si te gusta sí, sino no. Basta de pensar de más. A veces creo que la gente se complica demasiado por todo. Otras, me pregunto si no seré yo media básica.
Y... con miedo, a veces pienso si no será que el amor está sobrevalorado. Y tras teclear estas palabras puedo verme a mí misma con 15 años mirándome con horror. Pero así se siente a veces, como si todo en esta vida hubiera perdido en parte sentido, como si todo estuviera demasiado visto, nada que pueda sorprender. Nadie que me llene de sorpresas.
Y no me malinterpreten, yo amo el amor. Es simplemente que ya no lo encuentro, y eso me hace dudar de su existencia. Pero en mí sigue persistiendo la esperanza de encontrar a alguien con quien compartir todo, que me conozca más que yo a mí misma, con quien no tenga miedo de nada a su lado...
Eso es lo que necesito: alguien que me saque los miedos.
Y creo que las últimas personas que fui conociendo llevaban un saco de miedos más grande que el mío. Y yo no puedo con el doble de peso.
No hay nada que me moleste más que aquellas personas que dicen que quieren, que aman la sinceridad... cuando, lo cierto es, que ellos son pura mentira.