jueves, 2 de julio de 2020

Sólo con amor.

Llegaste  y ya sé que te pasa algo.
Lo noto en tu mirada, en esa distancia que no te das cuenta que ponés.
En ese caparazón que se te forma alrededor de la piel
y en las espinas que se empiezan a alzar como un puercoespín. 
Hablás de cosas banales, como queriendo fingir que no hay nada que te molesta.
Y yo sonrío, y te escucho. 
Y no me acerco demasiado porque tus espinas están alerta.
Y en el fondo tengo miedo, miedo porque espero la puñalada.
Y llegado un punto explotás y lo soltás.
Me escupís un mar de palabras, 
a veces medias desordenadas y me cuesta entender,
me cuesta nadar en tu corriente.
Yo te suelto mis palabras, 
y en un abrir y cerrar de ojos creo que me debe haber revoleado una ola,
porque no entiendo, estoy varada en un mar de palabras filosas,
que me pinchan, me lastiman.
Mis lágrimas empiezan a brotar, o eso creo, en medio del mar
ya no sé que es o no verdad.
Y cuanto más lucho por salir de ese mar,
más me traga el agua.
Y mis piernas se agotan de mantenerme en flote,
y entonces me enfado,
y mi piel forma un caparazón también,
y construyo mis propias espinas
(por más que no me gusten las espinas).
Y siento que el mar sólo calma
si yo desato huracanes.
Y cariño, mi amor...
Si acaso vienes con un mar agitado
deja que lo calme,
sólo con amor.


sábado, 27 de junio de 2020

Lo teñía todo de gris.

Un día pensé en él y escribí
que lo teñía todo de gris,
y me asusté
y rápidamente hice el papel un bollo
y lo lancé, lejos, lo más lejos que mi brazo me permitía,
con miedo a que sea contagioso,
con miedo a que se me pegara esa manera de vivir
o de no vivir
de transitar,
quejándose y no haciendo nada para cambiarlo.
Llévate contigo ese gris, pesado, 
como un humo que te va a atrapando
y que llegado un momento te nubla tanto la vista
que no sabes salir.
Aquí yo tengo colores
para pintarme y pintarte
el día que consigas salir
de tu propia trampa gris.

sábado, 21 de marzo de 2020

"Calladita estás más linda"

Creo que toda la vida fui sumisa.
Siempre me adapté a lo que quería el otro.
Siempre dependí de lo que decidiera el otro.
Nunca fui mi prioridad.
A todo lo que el otro decía, jamás lo discutía,
por más que todo lo que hubiera aprendido me dijera lo contrario.
Osea, en definitiva, nunca confié en mi misma,
en lo que sé.
Nunca defendí mis intereses y nunca reclamé mi parte.
Me pregunto qué me habrá llevado a crecer así.
A desmerecerme así.
"Calladita estás más linda" se escucha.
Calladita aprendí, a evitar confrontaciones.
A evitar odios o rencores.
Pero hoy me pregunto, ¿a qué precio?
He aprendido mucho en el último tiempo.
Una de las cosas, es a reclamar lo que creo necesario.
A no callarme más.
A no preocuparme por si el otro se ofende o ataca mi comentario.
Si hay confrontación con lo que he de decir, que estallen bombas y corazones.
Si te expreso mis sentimientos y no te gustan, ¿para qué te mantengo en mi vida?
Me cansé de intentar mantener cerca a gente que no acepta opiniones ajenas.
Me cansé de intentar mantener cerca a gente que no te apoya en lo que sos.
Acá estoy. Soy yo. Y yo no me callo más.
Descubrí que tengo una voz. Y estoy dispuesta a hacerla escuchar.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Paredes III


Paredes y más paredes.
Hay veces, que días enteros no veo el sol.
Aquí adentro, en esta caja, en este búnker, se pierde la noción del tiempo. 
Era una guardia más de una semana ajetreada. Una cirugía más de las tantas de madrugada. Sucedió todo con normalidad. Al despertar a la paciente, ésta me sonríe. "Natalia" le digo "ya terminó todo y salió muy bien". Me mira, aún algo confusa, con los ojos abiertos de par en par. "¿Ya está?" me pregunta sin dar crédito. Le vuelvo a contestar que sí, y que estaba todo bien. Sigue su sonrisa inmensa en la cara. Me toma de la mano, con lentitud, yo se la aprieto. "Sos muy dulce" me dice. Le agradezco. "¿Vos creés en los ángeles?" me pregunta. Yo, que soy atea hasta la médula, me trago ciertas palabras. "Y..." le digo "algo superior debe haber". Me imaginé que en situaciones vulnerables a todos nos gustaría creer eso. Y ella, con su sonrisa intacta, sus ojos grandes, me dice despacio: "porque yo creo que vos sos uno". Y ahí, un escalofrío por todo el cuerpo. Sonrío y le vuelvo a agradecer. Le digo que estoy para cuidarla. Desconecto monitores. Espero que vengan a buscarla para sacarla de quirófano. Relleno papeles. Y ella, continúa: "se nota que lo que hacés, es con vocación". Y finalmente, se la llevan a la habitación. Yo termino de acomodar la mesa de anestesia. Dejo todo listo por si llega una emergencia más tarde. Estiro mi cuello cansado un par de veces. Tomo los papeles, y salgo de aquel quirófano. Y salgo convencida, de quien habló con un ángel, fui yo.
Llena de gratitud.
Olvidé que las paredes a veces se vuelven pesadas y atrapan. 
Y salí de allí sintiendome una pluma.

lunes, 10 de febrero de 2020

Yo soy sólo una.

Varias veces se han referido a mi persona 
como si de dos personas distintas se tratase.
Y he de confesarlo: estoy cansada de ello.
Cansada de que me vean a partes.
De que nadie sea capaz de verme entera.
Juro que soy yo, y yo soy una sola.
¿Por qué nadie lo ve?
¿Por qué siento que es tan difícil que el otro me conozca?
¿Seré yo, que levanto muros a mi alrededor?
¿Será el otro, que no mira con atención?

Amor de locos.

Y yo lo que quiero
es a un loco que me quiera como tan sólo los locos quieren.
Que no le importe caer en mi casa a las 12 de la noche un día de tormenta
con tal de abrazarme un rato antes de dormir.
Alguien que entienda mi labilidad emocional 
y sea capaz de hacerme olvidar del enojo cuando este aparezca, 
o que me ofrezca chocolate como antídoto a mis penas.
Alguien que no le importe hacer el ridículo por el simple hecho de hacerme sonreír.
Alguien a quien no le importe irme a buscar lejos con tal de abrazarme luego de un mal día.
Alguien que me quiera conocer y que sepa leerme mejor que a su libro favorito.
Alguien que me mire y me entienda.
Alguien con quien, al tan sólo rozarnos, el mundo se detenga por completo.

domingo, 9 de febrero de 2020

Después del amor.

"Del amor al odio hay sólo un paso", te dicen.
Y entonces yo me siento un bicho raro con mi forma de querer.
Nunca me pasó. El odio después del amor.
A veces me hubiera gustado. 
Creo que carezco de rencor.
Después del amor, tan sólo queda amor.
Que a veces uno duerme, arropa y acuesta a dormir en el corazón con la luz apagada.
Pero cuando en una noche lluviosa de domingo, pasa de casualidad por esa habitación del corazón, sólo se revive eso: amor.
Amor.
No odio.
No reproches.
No rencores.
Nunca fui de decir "qué tonta fui, por qué hice eso" en cuanto a una persona.
En ese momento sentí algo que me hizo hacerlo.
Y de los sentimientos jamás, pero jamás, hay que arrepentirse.
Ellos son los que nos mueven
y los que, como vos me enseñaste, nos mantienen vivos.

lunes, 3 de febrero de 2020

Gracias por tan poco.

Y ya ves, un día llega tu cumpleaños y te mando un mensaje.
Y al abrir nuestro chat, descubro que nuestra última charla fue para mí cumpleaños. 
Cinco meses atrás.
Siempre lo mismo: "feliz cumple" y el otro responde un "gracias".
Nunca un "¿cómo estás?", "¿qué es de tu vida?".
Me pregunto cómo puede resultarte tan indiferente mi vida.
Siempre fui invisible a tus ojos.
Y me llevó tiempo comprender que no lo soy a los ojos de todos.