Un día pensé en él y escribí
que lo teñía todo de gris,
y me asusté
y rápidamente hice el papel un bollo
y lo lancé, lejos, lo más lejos que mi brazo me permitía,
con miedo a que sea contagioso,
con miedo a que se me pegara esa manera de vivir
de transitar,
quejándose y no haciendo nada para cambiarlo.
Llévate contigo ese gris, pesado,
como un humo que te va a atrapando
y que llegado un momento te nubla tanto la vista
que no sabes salir.
Aquí yo tengo colores
para pintarme y pintarte
el día que consigas salir
de tu propia trampa gris.
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