(...) Y como en toda mudanza, una aprovecha para ver qué tiene. Lo cierto es que me sorprendió ver la cantidad de recuerdos que guardo.
De recuerdos vacíos, de personas que ya no siguen más en mi vida.
Personas que una vez que quise y ya no tengo.
Quizá por distancia.
Quizá por cuestiones de la vida.
Quizá por mí,
porque algo dentro mío me dice que siempre tiendo a alejar a las personas.
La cosa es que guardo cartas, fotos, e infinitud de tonterías. En las cartas, escriben que soy su mejor amiga, o lo mucho que me quieren. Y no puedo evitar sonreír con ironía, porque nada queda de aquello.
Me hizo preguntarme si ellos alguna vez me recordarán.
Si seré yo también un recuerdo frío
que guardaban en el fondo del armario,
y que de vez en cuando, tienen la oportunidad de sacarlo a flote. O si acaso no conservan nada mío, si se desprendieron de esas pequeñas tonterías hace rato, porque el tiempo pasó, porque ya no importaban.
Con cierta tristeza me inclino más a esta última opción.
La gente entra y sale de nuestras vidas, eso lo sabemos todos.
Pero es tanta la gente que sale y que, cuando miro atrás, no entiendo el por qué.
Quizá sea que nunca entraron para quedarse.
Decime, vos. ¿Estás para quedarte?