Nadie lo sabía, pensé. Nadie. Pero asentí, y tras besarla en la mejilla empecé a caminar sin rumbo, recorriendo calles que me parecían más vacías que nunca, creyendo que si no me detenía, si seguía caminando, no me daría cuenta de que el mundo que creía conocer ya no estaba allí.
Me tocó decirle adiós. Me tocó ver como se apagaba la vida en ella.
Sólo puedo darle las gracias por estos 15 años de puro amor y compañía.
Desearía que no se hubiera ido nunca. Aún espero escuchar sus patitas pisando el suelo de madera mientras que entra a la habitación. Aún espero llegar y encontrarla en mi cama. Que se suba arriba mío mientras intento estudiar. Poder sentirla entre mis brazos.
Te fuiste, mi reina.
Te llevaste parte de mi corazón
y me dejaste la enseñanza de que el amor, puede ser eterno.