Resulta que hoy en clínica médica
entre los pacientes que me tocó ver
estaba un señor diabético, que ya tenía un miembro amputado
y que cuando esperábamos para hacerle un ecodoppler del miembro restante para evaluar si el otro requería amputación, él se lamentaba diciendo cuánto quería volver a caminar.
Y luego, una señora mayor que algún camillero se olvidó de ir a buscar tras hacerle un estudio, nos contaba que se sentía "abandonada" porque nadie la vino a buscar desde hacía rato, y luego se me puso a hablar, y me contaba, que había adelgazado tanto en tan poco tiempo que no se reconocía, y más tarde cuando pasó el camillero a buscarla me dio las gracias por el simple hecho de dejarla hablar.
Y también estaba el joven señor, internado tras un ACV, con compromiso severo de todo un hemicuerpo, que cuando los doctores le preguntaron si sabía por qué estaba internado éste negó con la cabeza y se puso a llorar.
Resumiendo,
me encuentro en casa,
con el lápiz en la mano,
sentada frente al libro pero a la vez, sin poder leer.
Y me quejo, y me pregunto, qué me pasa hoy.
¿Qué me pasa?
Calculo que hoy no fue un buen día.