Por momentos creo que la vida es un semáforo en rojo.
Y uno debe quedarse esperando el cambio de luz
ya sean las 3 de la madrugada de un día frío
sin un alma en esta autopista de la vida.
Hay que comprender que hay un tiempo para todo.
Hay que saber esperar.
Porque de pronto llega el momento,
en el que todas las luces de nuestro sendero se vuelven verdes
y finalmente el viento nos pega en la cara
con olor a libertad.