De vuelta entre estas paredes que ya son amigas, ya me abrazan, ya se sienten propias, una extensión de una misma. A veces creo que paso más horas dentro que fuera de las paredes, y eso por momentos me enfada. Pero de vez en cuando siempre hay un comentario que te rescata de la asfixia, unas palabras que se sienten como una bocanada de aire fresco dentro de este búnker, dentro de esta jaula.
Cuando un paciente que ya tuvo una mala experiencia con un colega te agradece tu trato y te dice "doctora, gracias, ¿puedo elegirla siempre a usted para que me haga la anestesia?". Cuando empezás a tener a gente a cargo y ven cómo trabajás y te dicen "vos sos el trabajador silencioso: nadie nota nada, pero te encargás de hacer todo".
Y si el otro no quiere decorar las paredes porque es más fácil dejar el culo en la silla, problema del otro.
Y si el otro puede dormir tranquilo dándole un trato mediocre al paciente, problema del otro.
Yo a mis paredes las peino, las maquillo, las mimo y las arropo para dormir.