Creo que toda la vida fui sumisa.
Siempre me adapté a lo que quería el otro.
Siempre dependí de lo que decidiera el otro.
Nunca fui mi prioridad.
A todo lo que el otro decía, jamás lo discutía,
por más que todo lo que hubiera aprendido me dijera lo contrario.
Osea, en definitiva, nunca confié en mi misma,
en lo que sé.
Nunca defendí mis intereses y nunca reclamé mi parte.
Me pregunto qué me habrá llevado a crecer así.
A desmerecerme así.
"Calladita estás más linda" se escucha.
Calladita aprendí, a evitar confrontaciones.
A evitar odios o rencores.
Pero hoy me pregunto, ¿a qué precio?
He aprendido mucho en el último tiempo.
Una de las cosas, es a reclamar lo que creo necesario.
A no callarme más.
A no preocuparme por si el otro se ofende o ataca mi comentario.
Si hay confrontación con lo que he de decir, que estallen bombas y corazones.
Si te expreso mis sentimientos y no te gustan, ¿para qué te mantengo en mi vida?
Me cansé de intentar mantener cerca a gente que no acepta opiniones ajenas.
Me cansé de intentar mantener cerca a gente que no te apoya en lo que sos.
Acá estoy. Soy yo. Y yo no me callo más.
Descubrí que tengo una voz. Y estoy dispuesta a hacerla escuchar.