Tiendo a idealizar las cosas, y creo haber dado con el por qué.
Cuando las cosas pasan, simplemente pasan, de manera rápida, discreta, que si una no le presta atención ni siquiera se da cuenta de lo que está viviendo.
En cambio cuando se tiene el recuerdo, se puede moldearlo. Yo lo amaso en mi cabeza, sin ser consciente de ello, lo modifico discretamente. Lo ralentizo. Le añado música como una banda sonora de una película de amor. Las miradas se llenan de significado, cuando en el simple momento, no fueron más de dos segundos de ojos encontrados por mera casualidad.
Maquillo a mis recuerdos, y así me creo una realidad paralela que sólo vive dentro de los límites de mi cabeza.
Y realmente... lo cierto es, que nada tenía tanta magia como yo recuerdo.