jueves, 29 de agosto de 2013

La nariz como límite del mundo.

—A mí me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz.
—Pero el amor también podría ser eso. Qué maravilla estar admirando los peces en su pecera y de golpe verlos pasar al aire libre, irse como palomas. Una esperanza idiota, claro. Todos retrocedemos por miedo de frotarnos la nariz contra algo desagradable.

3 comentarios:

  1. La última frase es... ¡perfecta! Me ha encantado, de verdad :)
    Un abrazo y pásate cuando quieras :3

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  2. Pero de todas formas hay que atreverse..a posar la nariz en la pecera para luego atreverse a salir de ella y luego volar..si uno quiere ser feliz, tiene que arriesgar siempre....
    muy lindo texto :) como siempre...bendiciones...

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  3. Está la sorpresa, el hecho de no esperar y darse con la pared de la pecera, aún si sospecharlo. Aún mismo, también está el trascenderlo todo y romper barreras... Cuestión de ir probando, a mi entender...

    ¡Besote, Celeste!

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