El día de ayer me tocó estar del otro lado del telón.
Siempre mantuve que no hay peor pesadilla para un médico que convertirse en paciente. Nos gusta controlarlo todo.
Y estando del otro lado no nos queda más que dejarnos a manos del otro.
Sentirnos vulnerables. Sentir que todo eso que estudiamos, que vemos en libros, que tratamos, no nos deja exentos, nos puede pasar, somos uno más. No somos invencibles. Tenemos quizá, más miedos que el paciente común, pues todo el conocimiento de nuestra cabeza nos acecha con todas las cosas malas que pueden llegar a pasar. Aunque sea una pavada. Aunque sea algo menor.
Entré a quirófano y lo primero que hice fue irme al lado de la mesa de anestesia.
Como un acto reflejo, supongo. O negación.
"A la camilla, doctora"- me dijo. Y me dejé a sus manos.
No sé lo que te pasó, espero que ya estés bien.
ResponderEliminarBesos.