viernes, 31 de agosto de 2012

Yo ya lo perdí.


—¿Qué pasa? —murmuré.
Me devolvió una sonrisa rota, de miedo y de soledad. Me vi entonces a mí mismo a través de sus ojos; apenas un muchacho transparente que creía haber ganado el mundo en una hora y que todavía no sabía que podía perderlo en un minuto.

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